AULA DE PSICOLOGÍA
martes, 31 de mayo de 2011
domingo, 8 de mayo de 2011
AVISO - AVISO - AVISO - AVISO
martes, 3 de mayo de 2011
FREUD Y EL PSICOANALISIS EN EL MUNDO DEL CINE
A partir de Freud, estos gestos tan pequeños y tan insignificantes -como por ejemplo, el hecho de dejar caer o de perder una cosa, de jugar distraídamente con algún objeto, de olvidar o de omitir ciertas acciones llevadas a cabo de ordinario con una soltura mecánica- son en el más alto grado reveladores de experiencias interiores del sujeto, de sus deseos y de sus acciones, y precisamente de los deseos y emociones de los que no tiene conciencia. Contando con las condiciones particulares de la técnica cinematográfica, todos los realizadores sagaces han utilizado tales detalles como otros tantos medios de expresión indispensables: la mayor parte de ellos, seguramente, sin tener el menor conocimiento teórico de su verdadera significación.
Hans Sachs, Psicología del film
El cineasta alemán G.W. Pabst fue el primero en incorporar el psicoanálisis al cine en Misterios de un alma (Geheimnisse einer Seele, 1926), estudio de un caso de impotencia sexual transitoria realizado con la colaboración de Karl Abraham y Hans Sachs, dos de los primeros discípulos de Freud. La idea no interesó al maestro, que respondió a la requisitoria de colaboración de Abraham -fundador de la Sociedad de Berlín y presidente de la Asociación Internacional de Psicoanálisis desde 1914- el 9 de junio de 1925:
Estimado amigo:
(...) El famoso proyecto no me agrada. En un primer momento encontré inobjetable su argumentación en el sentido de que si no lo realizamos nosotros, lo harán otros. Pero luego se me ha ocurrido que por lo que esta gente está dispuesta a pagar es, obviamente, por la autorización, que no pueden obtener más que de nosotros. Si se empeñan en hacer cualquier cosa por libre, al negarnos nosotros, no podremos impedírselo, pero tampoco estaremos implicados. En última instancia no podemos en ningún caso prohibir a nadie hacer una película sin ponerse de acuerdo con nosotros. Una vez aclarado este punto, podemos pasar a discutir la cuestión. Mi principal objeción es que no creo posible ofrecer una representación plástica satisfactoria de nuestras abstracciones. Y tampoco vamos a dar nuestro consentimiento a cualquier cosa insípida. El Sr. Goldwyn se mostró al menos bastante inteligente como para centrarse en aquel aspecto de nuestro tema que puede ser objeto de una adecuada representación plástica, el amor (...)
Naturalmente, estoy totalmente convencido de que Ud. mismo nunca aprobará nada que pudiera dar lugar a estas u otras objeciones similares. Pero como no parece del todo reacio a implicarse en este asunto, le sugiero lo siguiente: diga a los productores que no creo posible obtener a partir de este proyecto resultados que puedan ser útiles o satisfactorios y que, por consiguiente, no puedo de momento dar mi autorización. Si una vez analizado el guión que someterán a su consideración, e indirectamente así también a la mía, nuestra opinión cambiara, no descarto poder dar eventualmente tal autorización. Pero le confieso que preferiría no tener nada que ver con esa película.
Tampoco deseaba tener nada que ver con la moda del peinado a lo garçon y, sin embargo, ambas novedades --dicho corte de pelo y las películas-- le parecían algo inevitable, por más que rechazara que le involucrasen a él, como escribió con irónica resignación a Ferenczi, poco después (14 de agosto de 1925). Desde entonces, una avalancha de acólitos del psicoanálisis, más o menos ortodoxos, ha inundado las pantallas de cine con resultados muy heterogéneos, como veremos en esta pequeña muestra cuya selección ha tomado en cuenta la aparición en la pantalla del patriarca de los analistas. Quizás sus reticencias ante los magnates de Hollywood pudieran estar más que justificadas, a juzgar por la fría acogida que la cultura norteamericana y los medios más conservadores como Current Opinion dispensaron a los primeros psicoanalistas, Brill y Burrow, sospechosos de conexión con las vanguardias revolucionarias de las artes en las primeras décadas (surrealismo, cubismo, futurismo...) y el horror puritano a las exageraciones pansexualistas, que sólo se irían asimilando a partir de los años 30, y algo más tarde en el cine, con la época de esplendor que se produciría ya pasada la mitad de la centuria.
El acercamiento más riguroso al creador del psicoanálisis es Freud, pasión secreta (Freud, the Secret Pasión, 1962) del norteamericano John Huston, que recurrió al atormentado Montgomery Clift para dar vida al científico vienés desde una perspectiva biopic que recogía la primera etapa de su trayectoria. El guión fue encargado a Jean Paul Sartre, pero el filósofo escribió un texto que hubo que abandonar porque exigía un film de dieciséis horas de metraje. La película resulta interesante por el biografiado, aunque el esquema del discurso que esgrime resulta bastante abigarrado. Freud, pasión secreta narra la peripecia vital e intelectual del médico vienés durante el periodo de gestación del psicoanálisis; sus relaciones con Charcot y Breuer; el rechazo de que fue objeto por parte de la comunidad científica; el descubrimiento del inconsciente, del carácter sexual de la neurosis y del complejo de Edipo; el análisis bajo hipnosis y la libre asociación de ideas y palabras. El propio Huston presenta así su película:
"Cuando el gran astrónomo Copérnico privó al hombre de la idea de que la tierra era el centro del universo, lo atacaron ferozmente. Cuando Darwin situó al hombre en la escala de la evolución, también lo atacaron, porque el hombre no acepta fácilmente las verdades que hieren su vanidad.
Hoy en día, se ataca todavía al doctor Sigmund Freud porque destruyó otra de las ilusiones del hombre: que él domina las propias palabras y los propios actos. Freud nos demostró que todos tenemos una segunda mente, que funciona en un secreto total y ordena que la sigamos ciegamente: el inconsciente.
En esta película vemos que el doctor Freud, para descubrir estos hechos, descendió a una región casi tan oscura como el mismo infierno y cómo allí encontró la luz. Nuestra película es un análisis, paso a paso, de las vidas intensamente íntimas de la gente y de los misterios de la conducta humana que la sociedad no ha reconocido hasta tiempos recientes".
Respecto de la virtualidad didáctica de esta película explica Huston en sus Memorias:
"La construcción de Freud escena por escena, o, más bien, idea por idea, seguía, (...), los pasos que dio Freud para elaborar la teoría del complejo de Edipo. Para mantener el interés, cada paso tenía que quedar muy claramente demostrado y ser perfectamente comprendido por el público. Era una historia de suspense intelectual, y no podía suprimirse ningún paso sin afectar a la lógica del conjunto. Había que educar al público en el transcurso de la película, pero el proceso didáctico tenía que permanecer integrado en el fluir de la línea argumental. Al público no le gusta que le digan que le están dando una lección cuando ha pagado para que le entretengan."
Otro acercamiento al personaje se debe a la iniciativa del realizador norteamericano Herbert Ross, Elemental, doctor Freud (The Seven Percent Solution, 1976), que contó para ello con un espléndido reparto: Nicol Williamson, Alan Arkin, Robert Duvall, Vanessa Redgrave, Laurence Olivier. Se trata de una comedia menor, pero sorprendente y nada despreciable, escrita por Nicholas Meyer sobre su propia novela: ni más ni menos que Sigmund Freud y Sherlock Holmes reunidos para investigar en común. El desarrollo de la trama permite numerosas anotaciones sobre ambos, así como una comparación muy sutil, de la que la perspicacia de Freud sale reforzada, mientras que el mito romántico de del sagaz investigador puede resultar desencantado. "Alguien -comenta José María Valverde- mezclaba una vez irreverentemente la imagen de Freud con la de Sherlock Holmes: el mismo ojo para llegar al diagnóstico del crimen; en el caso de Freud, de la mala acción que sólo a medias se ha conseguido olvidar o del mal deseo que no se quiere reconocer". Tanto Freud como el personaje creado por Arthur Conan Doyle son contrarios a todo lo que no sean hipótesis empíricamente demostrables siguiendo el método científico. En este sentido ambos comparten la moda del positivismo científico que caracteriza las últimas décadas del siglo XIX, ¿acaso no eran médicos?
También lo era el inquieto psicoanalista judío encarnado por Dudley Moore que examinamos a continuación, lo cual no le impide saltar por encima de las normas deontológicas de su juramento hipocrático, ni las más elementales reglas que protegen el sagrado diván del analista. En Loco de amor (Lovesick, Marshall Brickmann 1983), Saul Benjamín se siente perdidamente enamorado de una joven (Elizabeth McGovern) a la que atiende en su clínica, por lo que recibirá la visita del mismísimo espíritu de Freud encarnado por Alec Guinness, quien habrá de recordarle repetidamente en sucesivas apariciones las normas éticas que rigen el quehacer del analista; muy en particular las que separan al profesional del analizando, para no confundir el proceso natural del amor de transferencia. Habrá de ser un supervisor de lujo --precisamente John Huston, que en su película se esforzara por divulgar la grandeza del pensamiento de Freud-- quien asumirá el ridículo papel de conciliar de forma compatible los sentimientos humanos y la contratransferencia. Y así lo vemos esforzándose para avalar las extralimitaciones de su arbitrario pupilo ante la junta que debe examinar el caso y defender los intereses corporativos de la grey psicoanalista.
Y así, entre ataques a los tópicos más vulnerables que caracterizan a un gremio profesional que el film presenta como interesado y mercantilista, antes que abnegado y servicial, asistimos a una sistemática desacreditación de la tarea terapéutica de los encargados de velar por la salud mental, en clave de comedia corrosiva. Nada nuevo, si consideramos las habituales reticencias que, entre los propios profesionales, podían recogerse acerca del dudoso rango científico de una disciplina cuyo alcance resultaba casi imposible delimitar de la imagen pública que desde las pantallas trascendía:
"...en las películas los malos psiquiatras tenían relaciones sexuales con sus pacientes y después los mataban, mientras que los buenos psiquiatras se dedicaban sólo a lo primero." (Psichiatric News, 4-2-1994).
martes, 26 de abril de 2011
EL DOLOR Y LA TERAPIA COGNITIVO-CONDUCTUAL (Entrevista con Miguel A. Vallejo)
"Cualquiera tiene experiencia de que en determinadas condiciones somos más sensibles al dolor. Además, informar de dolor es un modo de quejarnos, de requerir ayuda. A veces el dolor, como percepción, recoge y vehicula aspectos que no son dolor, como el malestar, la ansiedad, el cansancio, etc., produciéndose una mezcla indiferenciada que el paciente puede entender como dolor, pero que responde a diversos motivos de índole biológica pero también psicosocial.
Una visión meramente biológica del dolor sólo es válida para cuadros bien definidos de clara etiología y con una evolución rápida. En el resto de los casos, la perspectiva psicosocial que se enuncia más arriba es imprescindible".
martes, 12 de abril de 2011
NEUROCIENCIAS Y PSICOANÁLISIS - Roberto Abdala
El presente trabajo intenta actualizar el estado de la investigación de los trastornos mentales. Rastrea antecedentes históricos propios del dualismo cartesiano que todavía tiende a restringir la comprensión del funcionamiento humano separando mente y cuerpo. Busca superar el antiguo paradigma biomédico que regía en la práctica médica y reconocer el biopsicosocial y sus consecuencias, para la investigación y posterior conceptualización de los fenómenos mentales. Se consideran los aportes de diferentes investigadores en áreas como memoria, genética molecular, estrés. Son descriptos conceptos de relevancia como plasticidad cerebral, función de transcripción y de plantilla de los genes, penetrancia incompleta y expresividad variable.
El conocimiento de los diferentes aportes provenientes de disciplinas tan variadas, enriquecerá la concepción del psicoanálisis. Este careció durante muchos años de los aportes de la moderna neurociencia. En la actualidad el cerebro se torna un órgano mucho más accesible gracias a la sofisticada tecnología que nos permite estudiar sus estructuras más íntimas, sus funciones y su correlación con estados mentales. Así también la dilucidación del genoma humano y su interacción con los estímulos significativos del ambiente alimentan una expectativa promisoria en la tarea de prevención de los trastornos mentales entre otros padecimientos.
La evolución científica de los últimos 30 años
En 1982, Engel propuso el modelo biopsicosocial como el nuevo paradigma de la medicina. Este propone una integración de los factores biológicos y psicosociales tanto en la comprensión diagnóstica como en la planificación terapéutica. Sin embargo, la psiquiatría ha sufrido distintos enfoques reduccionistas según las épocas. Hasta fines de los 60 la visión psicoanalítica fue lo predominante en desmedro de la biología. Hoy, ante los impresionantes descubrimientos de las neurociencias, el riesgo es el reduccionismo biologista. Al decir de Gabbard “la experiencia subjetiva, los procesos interpersonales y el autoconocimiento son aspectos del estudio psiquiátrico que no deben soslayarse ante la excitación producida por los neurotrasmisores y la genética molecular. Más aún, un aspecto de la psiquiatría como especialidad es su interés en definir los rasgos singulares de la persona”.
Sin embargo reunir los conocimientos de diversas disciplinas y aplicarlos en el ejercicio profesional representa un verdadero desafío a la capacidad sintética y de integración. “Mente y cerebro no pueden integrarse ni separarse completamente” (Slavney,1993). Debemos pensar simultáneamente en motivaciones, deseos y significados con la misma amplitud que en genes, neuroquímica y farmacocinética.
El problema mente-cuerpo ya se halla presente en el siglo XVII con Descartes. Toda consideración sobre un tratamiento no puede soslayar causas y mecanismos, de manera que se hace imprescindible el estudio de la etiología y la patogénesis si se apunta a un modelo terapéutico integral. La tarea del clínico es utilizar sus conocimientos para saber elegir dentro del conjunto de intervenciones posibles.
Según Damasio (1994) es un error pretender conceptualizar las operaciones mentales como algo separado de la biología del cerebro. ¿Cómo pueden observarse las leyes de la conservación de la energía y la masa y al mismo tiempo postular que un fenómeno material pueda ser provocado por algo inmaterial?
William James inició una corriente que se aleja del dualismo, al decir que la conciencia debe ser considerada como un proceso más que como una sustancia. Se ha intentado reformular el problema en términos de materialismo. Estas teorías reducen lo mental a lo físico. Y varían según el grado de importancia que le asignan a la actividad mental. En su forma extrema, afirman que una psicología de lo mental es irrelevante y puede ser completamente reemplazada por construcciones neurocientíficas.
La teoría darwiniana del sistema nervioso es esencialmente materialista .Actualizada por Edelman, está basada en la selección de grupos neuronales y el mapeo y postula un proceso de selección que se da sobre un grupo de unidades neuronales. Dice que solo las operaciones motoras y sensoriales básicas como los reflejos se hallan programadas desde el nacimiento. El infante es entonces libre de construír un mundo de significados y referencias personales que son reflejo tanto de sus experiencias con el entorno como también de su percepción interna. Concuerda con las ideas de Stern, cuyas observaciones lo llevaron a estudiar la emergencia del self. Elinfans correlaciona activamente, categoriza y conecta experiencias en el contexto de la experiencia yo-otro con una figura materna o cuidador. Trabajando sobre las ideas de Edelman, Modell sostiene que el mapa neuronal son sistemas simbólicos de significado que reflejan cómo se crea y recrea el self a través de la internalización de la experiencia.
Al examinar el status científico del psicoanálisis, Edelson dice que el problema mente-cuerpo es en esencia una cuestión metafísica acerca de la naturaleza última del ser y en consecuencia no puede ser resuelta a través de la presentación de datos empíricos. Según él, es más útil reconceptualizar todo considerando que se trata de una relación entre dos disciplinas o teorías(de la neurociencia y de la mente). Sugiere que como el psicoanálisis es una teoría de los estados mentales que incluye representaciones simbólicas del self y de los otros, no puede ser reducido a explicaciones neurocientíficas. Sin embargo, este punto es compatible con el materialismo ya que todos los estados mentales residen en un cuerpo y existe un estado físico que coexiste con cada estado mental. No puede reducirse lo mental a lo físico.
El materialismo puede acomodar un amplio abanico de concepciones acerca de la relevancia de la psicología y la teoría de lo mental. Si bien la mayor parte de los autores coincidirá en la formulación de que lo mental puede ser comprendido como la actividad del cerebro, no todos coinciden en que tal conclusión conduce a un materialismo reductivo. Searle desestima toda dicotomía entre físico y mental y habla de la irreducible subjetividad de lo mental. En su teoría, naturalismo biológico, la conciencia es un rasgo de elevado nivel del cerebro, pero no puede reducirse a un fenómeno en tercera persona que sea estudiado por los neurocientíficos. La conciencia implica un estado y procesos subjetivos que solo pueden ser experimentados por un sujeto conciente y por lo tanto está en el dominio de los fenómenos de primera persona.
McGinn sostiene que no podemos resolver el problema mente-cuerpo porque es imposible ver lo mental. La conciencia se basa en la introspección y lo cerebral en la percepción. Podemos estudiar el cerebro y realizar correlaciones físicas de un estado de conciencia con PET, pero eso es muy distinto de la percepción del estado de conciencia del individuo mismo.
Lo cierto es que la experiencia afecta al cerebro. El flujo cerebral varía en la corteza órbito-frontal, en estado de reposo, comparado con imaginar o evocar estados de tristeza. El cerebro se construye en un complejo interjuego de elaboración entre genes y ambiente y la experiencia del organismo en relación con él crea patrones de conexión neural.
-LEER ARTÍCULO COMPLETO.
LA PSICOLOGIA EN LOS CAMPOS DE CONCENTRACION DE FRANCO - Javier Bandrés y Rafael Llavona (1996)
-LEER ARTÍCULO COMPLETO
sábado, 9 de abril de 2011
Brain structure differs in liberals, conservatives.
WASHINGTON — Everyone knows that liberals and conservatives butt heads when it comes to world views, but scientists have now shown that their brains are actually built differently.
Liberals have more gray matter in a part of the brain associated with understanding complexity, while the conservative brain is bigger in the section related to processing fear, said the study on Thursday in Current Biology.
"We found that greater liberalism was associated with increased gray matter volume in the anterior cingulate cortex, whereas greater conservatism was associated with increased volume of the right amygdala," the study said.
Other research has shown greater brain activity in those areas, according to which political views a person holds, but this is the first study to show a physical difference in size in the same regions.
"Previously, some psychological traits were known to be predictive of an individual's political orientation," said Ryota Kanai of the University College London, where the research took place.
"Our study now links such personality traits with specific brain structure."
The study was based on 90 "healthy young adults" who reported their political views on a scale of one to five from very liberal to very conservative, then agreed to have their brains scanned.
People with a large amygdala are "more sensitive to disgust" and tend to "respond to threatening situations with more aggression than do liberals and are more sensitive to threatening facial expressions," the study said.
Liberals are linked to larger anterior cingulate cortexes, a region that "monitor(s) uncertainty and conflicts," it said.
"Thus, it is conceivable that individuals with a larger ACC have a higher capacity to tolerate uncertainty and conflicts, allowing them to accept more liberal views."
It remains unclear whether the structural differences cause the divergence in political views, or are the effect of them.
But the central issue in determining political views appears to revolve around fear and how it affects a person.
"Our findings are consistent with the proposal that political orientation is associated with psychological processes for managing fear and uncertainty," the study said.