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martes, 29 de marzo de 2011

NUEVOS RESULTADOS EN EL TRATAMIENTO DEL TRASTORNO OBSESIVO-COMPULSIVO


Se estima que se requieren cerca de 12 semanas de tratamiento psicológico para observar mejoras significativas en la sintomatología del trastorno obsesivo-compulsivo (TOC). Sin embargo, un estudio reciente publicado en Molecular Psychiatry sugiere que la terapia conductual intensiva con inundación puede proporcionar resultados positivos en menos de 4 semanas y producir efectos a nivel biológico.

El trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) es un trastorno de ansiedad caracterizado por la presencia de obsesiones (preocupaciones y miedos irracionales recurrentes y persistentes que son experimentados como no voluntarios,) y/o compulsiones (conductas repetitivas que se realizan según determinadas reglas de forma estereotipada para controlar las obsesiones y reducir la ansiedad). Por lo general, las personas que padecen TOC reconocen la falta de sentido de la conducta compulsiva y no obtienen placer en llevar a cabo esta actividad, aunque les produzca un alivio inicial. Por ejemplo, la persona puede experimentar la necesidad urgente de realizar ciertos rituales como lavarse las manos o comprobar repetidamente que el horno está apagado o que la puerta de la vivienda está cerrada. Tanto las obsesiones como las compulsiones, son una fuente significativa de malestar para el individuo y pueden interferir notablemente en su funcionamiento social.

La terapia conductual y, específicamente una de sus técnicas llamada exposición con prevención de respuesta, ha demostrado buenos resultados en el tratamiento del TOC. Esta técnica consiste en exponer a la persona deliberadamente a las situaciones que tienen tendencia a estimular sus compulsiones (por ejemplo, ensuciarse las manos) y luego ayudarle a afrontar la ansiedad generada sin poner en marcha el ritual acostumbrado (por ejemplo, impedirle el lavado excesivo de las manos).

En el estudio, titulado "Rapid effects of brief intensive cognitive-behavioral therapy on brain glucose metabolism in obsessive-compulsive disorder" y dirigido por un equipo de investigación de la Universidad de California, participaron 10 individuos con TOC a los que se les sometió a una prueba de Tomografía por Emisión de Positrones (TEP) al inicio y a la finalización de un programa de tratamiento psicológico. La Tomografía por Emisión de Positrones (TEP) es una técnica no invasiva de diagnóstico e investigación por imagen capaz de medir la actividad metabólica del cerebro.

Durante un periodo de 4 semanas y con una frecuencia de 5 días a la semana, los participantes recibieron tratamiento de exposición con prevención de respuesta. Tras el tratamiento, los pacientes aprendieron a tolerar sus miedos y preocupaciones sin poner en marcha sus conductas compulsivas, mostrando mejoras significativas en los síntomas asociados al TOC.

Los resultados de las pruebas por TEP mostraron un aumento de la actividad del córtex cingulado anterior dorsal derecho, que está implicado en la reevaluación y supresión de las emociones negativas. Estos resultados se han observado también en personas con trastorno depresivo mayor que habían recibido tratamiento cognitivo-conductual.

Según los investigadores, estos resultados ponen de manifiesto la falsa dicotomía entre tratamientos biológicos y psicológicos para los trastornos mentales, ya que algunos tratamientos psicológicos, como en este caso la técnica de exposición, pueden tener un claro efecto biológico al cambiar el patrón de actividad cerebral, así como cambios conductuales y psicológicos.

Científicos del CSIC desarrollan un modelo experimental de esquizofrenia en ratas


Resumen

Las infecciones sufridas por ratas gestantes provocan en sus crías, cuando ya son adultas, algunas alteraciones muy parecidas a las de pacientes esquizofrénicos en un número de casos significativamente superior al de las crías cuyas madres no las sufren, según un estudio de investigadores del CSIC.

Si bien ésta no es la causa mayoritaria de la enfermedad, asociada a factores genéticos, se ha demostrado que tras intensas epidemias infecciosas como la gripe o el sarampión, la incidencia de la esquizofrenia, se multiplica hasta por cinco en quienes fueron gestados durante ese período, ha explicado el investigador del Instituto Cajal José Borrell, perteneciente al Consejo Superior de Investigaciones Científicas.

El trabajo, que aparece publicado en la revista 'Molecular Psychiatry', reproduce algunas de las alteraciones neuroquímicas, conductuales e inmunológicas observadas en pacientes con la enfermedad. Los autores lograron revertirlas con la administración de antipsicóticos, lo que avala la utilización del modelo en la búsqueda de posibles marcadores biológicos implicados en el desarrollo de la esquizofrenia y que, además, facilitaría su diagnóstico.

Estas alteraciones hacen que, al llegar a la edad adulta, sus crías padezcan graves carencias en el procesamiento de la información sensorial, una alteración de las estructuras del cerebro encargadas de esta función, y un déficit inmunológico, ha señalado Borrell. Además las alteraciones desarrolladas en ratas son tan parecidas a las descritas en pacientes esquizofrénicos que se revirtieron cuando a los animales se les administró fármacos antipsicóticos.

Los expertos explicaron que el modelo animal describe cómo el choque con agentes infecciosos provoca, en la rata gestante, alteraciones inmunológicas que producen en las crías un pronunciado déficit en los mecanismos de procesamiento de la información sensorial, en la expresión de diversos neurotransmisores y proteínas en el cerebro, y en la función inmunológica.

"Las alteraciones observadas son muy parecidas a las descritas en pacientes esquizofrénicos" Subrayó Borrel. "La semejanza es tal que incluso pueden ser revertidas por la administración de fármacos antipsicóticos", añadió.

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